Historias francesas espeluznantes y otros cuentos
Cada país tiene su buena cuota de cuentos de terror y cuentos históricos que son resultado de una mezcla de realidad y ficción. Nacidos de un evento en particular, esparcidos por la población a través del boca a boca y transmitidos por generaciones, han calado hondo en la idiosincrasia del francés y han hasta traspasado fronteras para volverse auténticas historias conocidas en el mundo entero. Muchas de ellas han inspirado cuentos, novelas, películas, canciones e incluso obras de teatro. ¡Descubre con nosotros algunas historias francesas espeluznantes y otros cuentos que te sorprenderán!
El barbero loco y el pastelero
Durante el siglo XV, un barbero y un pastelero aceptaron colaborar en un escalofriante emprendimiento. Dicho emprendimiento tuvo lugar en una esquina de dos calles que fueron borradas durante la construcción del Hotel Dieu de París. Al organizarse, dividieron sus funciones: el barbero mataría a sus clientes cortándoles la garganta, desmembraría sus cuerpos y enviaría las partes al pastelero. El traslado se hacía a través de una trampa que conectaba ambos establecimientos. De esta forma, el pastelero se encargaría de cocinar la carne humana para preparar tartas de diversos sabores y tamaños.
Así lo hicieron durante mucho tiempo. Las tartas fueron un rotundo éxito y convirtieron a la pastelería/panadería en una de las más famosas de París. El negocio iba muy bien hasta que sus crímenes fueron descubiertos. Pasó que el perro de una de las víctimas olió algo raro y comenzó a ladrar. Esto alertó a los vecinos, quienes acabaron descubriendo una especie de cava que despedía olores nauseabundos y llena de herramientas que usaba el barbero para desmembrar a sus víctimas.
Los dos hombres no tuvieron más opción que confesar lo que habían hecho y como castigo fueron quemados vivos dentro de unas jaulas de hierro. Por supuesto, sus negocios fueron clausurados y posteriormente destruidos. Hoy en día, en su lugar se encuentra un garaje que pertenece a los policías motorizados parisinos. Todo lo que quedó como prueba de aquel horror es una piedra en el fondo de la calle, la cual sería el resto de aquella sobre la que el barbero loco y el pastelero cometían sus salvajes crímenes.
Le Fantôme de l'Opéra: El fantasma de la ópera
En el año de 1873, un joven pianista de nombre Ernest terminó desfigurado luego de un incendio en el Conservatorio de Música del que formaba parte. Su prometida, que era una bailarina con mucho futuro, murió en ese mismo desafortunado incidente. Lleno de dolor y con miedo de lo que las personas pensarían de su rostro maltrecho, Ernest buscó refugio en la bóveda de la Ópera Garnier para vivir justo al lado del célebre depósito del lago, que se encontraba debajo de la estructura del edificio, y así sentirse seguro en caso de incendio.
El músico se había comprometido por el resto de su vida a su arte y a la realización de su obra: un himno al amor y a la muerte, y habría vivido hasta su muerte en las galerías subterráneas del metro de la Ópera Garnier.
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Blondel de Nesle
La historia narra el rescate del rey Ricardo I de Inglaterra a manos de un trovador francés llamado, como muchos aseguran, Juan II de Nesle quien, luego sería conocido como Blondel (que viene de blond o “rubio”, en francés) de Nesle, debido a que lucía una larga cabellera rubia. Su pelo rubio constituyó un estilo a su fama por la escritura de melodías bastante conocidas, además de formar parte de la Cuarta Cruzada.
El relato comienza en 1192, con la travesía infructuosa que haría el rey Corazón de León, al querer atravesar la ruta desde Jerusalén hasta Inglaterra pasando por Alemania. Para ese momento, y sin contar con el apoyo del pacto de caballero que protegía a los cruzados en la ruta de países cristianos, Ricardo I fue hecho prisionero por el Archiduque Leopoldo de Austria y fue entregado al emperador Enrique VI de Alemania.
Ricardo I permaneció encarcelado y es donde Blondel, por la gran amistad que lo unía al rey, decide buscarlo sin siquiera conocer su paradero. Iba de castillo en castillo, buscando y cantando la primera estrofa de una canción la cual, supuestamente, fue escrita por el mismo Ricardo I. La intención de Blondel de Nesle era que, al encontrarlo, este siguiera el hilo y cantara las frases de la segunda estrofa.
A Blondel le costó mucho hallar el paradero del aristócrata. De hecho, ya cuando casi pierde la fe en su búsqueda, fue a un último castillo, el de Durstein, y cantando la tonada, su canto fue al final correspondido. Luego, avisó que había encontrado al rey. Para esta historia existen dos versiones del final: el primero señala que Blondel lo auxilió para lograr su huida. Y el segundo, dice que, al avisar sobre el paradero de Ricardo I, toda Inglaterra se trasladó hasta el castillo para negociar la libertad del monarca.
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