Monumentos franceses: la torre Eiffel, emblema de Francia

La torre Eiffel es sin lugar a dudas uno de los íconos (si no el primero) más representativo de Francia. Una construcción sin precedentes para la época que marcó el poderío industrial del país galo ante el mundo. Con una importancia cultural que ha perdurado a través de los años, además de trascender en el imaginario colectivo, la torre Eiffel es y será un distintivo y potente símbolo de París y, por extensión, de Francia. 

Construcción de la torre Eiffel

La construcción de la torre Eiffel empezó en 1887 y terminó en 1889. Estuvo a cargo de la empresa especialista en construcciones en madera y estructuras metálicas del ingeniero francés Gustave Eiffel (de allí su nombre). Como dato de color, fue la misma empresa que construyó otro monumento mundialmente conocido: la Estatua de la Libertad, en la ciudad de Nueva York. 

La torre está hecha de hierro, y no de acero como se suele creer. Este material provino de las forjas de Pompey, en la región francesa de Lorena. Las vigas y las placas fueron prefabricadas en la fábrica Eiffel, en Levallois Perret, para luego ser transportadas y ensambladas en el lugar de construcción, el Campo de Marte de París. Gracias a este innovador sistema de construcción, la torre se terminó en tiempo récord: tan solo 2 años, 2 meses y 5 días. Toda una proeza para la época. 

La torre Eiffel y el motivo de su construcción

La torre Eiffel se construyó para que fuera una de las principales atracciones durante la Exposición Universal de París, en 1889. El progreso industrial y las grandes construcciones de hierro y acero estaban en pleno auge, y la torre era un reflejo de ello. De igual manera, el monumento también se erigió para conmemorar los 100 años de la Revolución Francesa. 

La torre Eiffel, emblema de Francia

Es casi imposible imaginarse París sin la torre Eiffel. Estamos tan acostumbrados a verla en el paisaje parisino que es casi como si siempre hubiera estado allí. Y es que desde un principio se convirtió rápidamente en una de las principales atracciones de la capital francesa. A pesar de sus detractores, y vaya que tuvo muchos, el destino de la torre está íntimamente relacionado con la ciudad y el país entero. 

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La torre Eiffel transformó el imaginario colectivo a partir de la relevancia que tomó en la vida diaria de los parisinos. Escenario de numerosos acontecimientos como los espectáculos de luz, los fuegos artificiales cada 14 de julio por el Día Nacional de Francia, así como grandes hazañas deportivas, la torre sobrepasó el motivo de su construcción para convertirse en un monumento indivisible con el paisaje urbano que lo rodea. 

Desde cualquier punto de París es posible ver la torre. Ha sido dibujada, modelada, fotografiada y filmada en todo tipo de circunstancias, así como hecha palabra en cientos de poemas, cuentos y novelas, y es uno de los lugares más visitados del mundo. Por todo esto y más, la torre Eiffel sigue y seguirá impresionando al mundo entero con su belleza y su profundo legado en la cultura francesa y mundial.

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